martes, 26 de julio de 2011

El cumpleaños de Don Fulanito de Tal


Las Dentelladas
Por El Tiburón
            El cumpleaños de Don Fulanito de Tal
                                               
            Con mucho carino y sincero afecto, dedicamos esta colaboración a todos los guerrerenses (hombres y mujeres, para que vean que hay equidad de género) que aspiran a ocupar un cargo de elección popular y que, además, cumplieron, cumplen o cumplirán años por estas fechas.


            La política, mi estimado, cambia todo, absolutamente todo, no sólo al político. Para aquellos que suspiran por las presidencias municipales, las diputaciones, las senadurías y, en general por todo cargo “donde hay”, ha cambiado hasta la forma de festejar sus cumpleaños.
            Antes de que pasara por la cabeza del “suspirante” la idea de llegarle a la alcaldía, a la diputación o la senaduría, sus días de cumpleaños eran totalmente comunes, como los cumpleaños de usted o los míos: Su vieja se venía dando cuenta del cumpleaños, un mes después de la fecha de nacimiento. -Oye viejo ¿que no cumpliste años hace un mes? ¡Se me pasó hacerte la fiesta, pero no te agüites, ahorita mismo te organizo tu pachanga para que vean que se te quiere un montón! ¡Muévete! Vete por un cartón de chelas, háblale al gorrón de tu compadre, ahorita mismo te mato aunque sea una iguana para el mole, no importa que nos caiga la Profepa; o de plano me voy por un pollo que no es especie en peligro de extorsión.
            Ya encarrerados, llegaba el compadre, la comadre, los ahijados; comían a reventar todos; chupaban como cosacos hasta que el cumpleañero y varios de los invitados quedaban tirados en el suelo, agotados por la tremenda refriega.
            Así eran los cumpleaños del presunto antes de que lo declararan confeso y culpable de querer servirse con la cuchara grande. Ahora, sin embargo, es otra cosa. Un mes antes, se deja correr la voz de que el presunto va a cumplir años y  que sus amigos y compadres -que ahora son un chingo, tantos como se ocupa para llenar las regidurías, sindicaturas, direcciones de área, subdirecciones, asesorías, jefaturas de área y sus respectivas aviadurías-, se corre la voz de que sus amigos y compadres -digo- se han reunido y han juntado un montón de lana de sus espléndidos bolsillos (algo que nadie cree pues sospechan que la fiesta se va a sufragar con lana del presupuesto) y han organizado una gran agazajo en honor del agraciado pelao que anda más que dispuesto para pegar el brinco sobre el erario.
            ¡Ah!, pero el jolgorio no será en el domicilio privado del festejado sino en el salón fulanito o restaurante menganito o en su casa de campo o playa. Una, dos o tres brigadas de «amigos y desinteresados compadres», van de casa en casa por toda la ciudad y pueblos circunvecinos invitando a la cristiandad a tan esperado festejo: -Estimado conciudadano, dice ceremonioso el brigadista ante la puerta de un vecino: Mi compadre y amigo, Don Fulanito de Tal, le manda un afectuoso saludo y lo invita para que lo acompañe usted en su fiesta de cumpleaños que es el día mengano del mes zutano.
-¿Don Fulanito de Tal? ¿Y ese güey quien es?
-Ah, verá usted, Don Fulanito de Tal ha ocupado –a lo largo de tres décadas ininterrumpidas- importantes puestos en las dependencias públicas del sector primario, secundario y terciario. Bueno, ¡hasta en el cuaternario la ha hecho mi compadre! Actualmente tiene el cargo más importante, usted sabe; es muy amigo del presidente, muy cercano al diputado, amiguísimo del senador, fue condiscípulo del secretario y tiene la puerta abierta con el mismísimo gobernador. Dicen que hasta le cae muy bien a un tal «Jelipe quiensabequé». Ahí lo esperamos, mi estimado; no hay que llevar nada, no hay que cooperar con nada; si desea comprar algún regalito yo le doy el dinero y no se preocupe, puede asistir toda la familia, la condición es que sean mayores de 18 años; va a haber chelas, «güiscle», barbacoa y carne de cuche cuitero hasta para aventar pa’rriba, mi estimado.
            Dos días antes del esperado festejo -por la madrugada-, desaparecen cuches, vacas y chivos en los caminos de diversas comunidades del municipio. No estoy hablando de Petatlán ni de Tony Armenta, camaradas, estoy hablando en general, que conste.
            Hasta que llega el esperado día de la pachanga. Descargan en el lugar del ágape cientos de cartones de cerveza como si fueran a venderlas en el estadio azteca en un américa-chivas. Cajas y cajas de «buchanas» del barato para la cristiandad y unas cuantas del «bueno» para los elegidos de la mesa de horror. Toneles y toneles de barbacoa, cazuelas y cazuelas de carne de cuche. Los invitados, cientos de pelaos que al día siguiente en las páginas de sociales de los diarios se multiplican por dos, tres o cuatro, según el gusto y la cartera del que quiere que el ágape aparezca en los periódicos.
            A media peda, los que quieren estar muy cerca del cumpleañero (no tanto ahora, sino cuando tenga el poder) toman el micrófono, le ruegan encarecidamente al agazajado –a nombre de toda la cristiandad peda y sobria que ahí se encuentra-, que acepte ser su candidato a la presidencia, a la diputación o la senaduría pues es el mejor pelao que ha parido el pueblo de San Goloteo.
            El cumpleañero, ahora convertido en candidato de las mayorías festejantes, toma la palabra, agradece la presencia desinteresada del pueblo que masivamente se ha hecho presente sin que nadie le haya dicho nada, sino sólo por que les nació de su corazón venir a felicitarlo. -Cuento con ustedes para la interna y desde luego para la externa, les dice visiblemente emocionado el elegido de las masas. La gente finalmente entiende a que la invitaron, pero no hay «purrúm» que sirvan otra de «buchanas» y que preparen cuatro platos para llevar.
            En los días que siguen al fenomenal guateque, los politólogos y todo tipo de “analistas”, desempolvarán el «cumpleañómetro», aparato virtual, hermano del «alcoholímetro», que mide la cantidad de pelaos que asisten a cada cumpleaños político, el caudal de chupe que riega cada fiesta, los ríos de «güiscle» adulterado que circulan y las legiones de briagos que quedan tirados en los campos de batalla. Una vez que se celebren todos los cumpleaños de los “suspirantes”, harán la comparación entre ellos y se harán pelotas por que en casi todos los festejos se alcanzan los mismos índices, que no indica otra cosa que a comer y a beber hasta yo me apunto.