sábado, 17 de octubre de 2020

Santiago Nieto, López Obrador y el viejo mundo de la política

Por El Tiburón

Esto que voy a platicarles son hechos de los años 1980-1981, es decir, hablo de sucesos que ocurrieron hace 40 años, que no es poco. En esos tiempos, su servidor estudiaba la carrera de Ingeniería Agrícola en la Facultad de Estudios Superiores de Cuautitlán, una de las unidades descentralizadas de la UNAM. Militaba entonces en la estructura estudiantil de lo que es hoy el Movimiento Antorchista, la Federación Nacional de Organizaciones Bolcheviques (FNOB), conocida como “Los bolchos”. Hoy ya no milito más que en el Club de la Tercera Edad de mi “coloña”, pero considero que puedo aportar información sobre hechos de la realidad y algunas consideraciones para el esclarecimiento de asuntos de suma importancia para los mexicanos. Así que ahí les voy.

Un día de aquellos años que les digo, la dirección nacional del movimiento planteó que había que reforzar las actividades financieras pues el crecimiento de la agrupación exigía mayor cantidad de recursos económicos. Eso se decía ya ¡hace 40 años! La Comisión de Finanzas propuso –entre otras cosas- enviar a 20 compañeros, voluntarios, a trabajar “al norte revuelto y brutal que nos desprecia”, a los meros Estados Unidos, por unos dos o tres años, de “mojados”, para generar recursos que hacían falta a la lucha.

Nos reunimos los que formábamos el grupo de Ingeniería Agrícola –unos 40 estudiantes- y planteamos el tema. Se autopropuso para ir a los Estados Unidos, por parte de nuestro seccional, el compañero Pedro Martínez. Tendría entonces Pedro unos 22 años. Y sí, unos días después, aquellos valientes jóvenes enfilaron hacia los EE UU. Cruzaron la frontera y comenzaron a trabajar allá. Pedro se integró como empleado de un restaurante en una ciudad gringa; el resto se colocó en otras fuentes de trabajo y comenzaron a generar recursos que llegaban a la tesorería de su organización. Fueron varios los años que trabajaron en el norte estos jóvenes. Luego, me parece, fueron sustituidos por otros.

Como ustedes comprenderán, el viaje impactó el proyecto educativo personal de Pedro y los otros 19, pero eso no los detuvo. Estoy seguro que Pedro no se graduó en Cuautitlán, sino en otro centro educativo. Hoy, por las notas que veo en las redes, sé que Pedro es líder de un comité estatal del Movimiento Antorchista.

Es importante destacar, para la historia de la política en México, que el antorchismo, con la finalidad de allegarse recursos, nunca consideró legítima la utilización de métodos ilegales, como lo hicieron algunos grupos de los llamados revolucionarios de esos tiempos y de años anteriores. Esto era otra cosa, una concepción moral distinta de la lucha revolucionaria. El antorchismo se propuso realizar un movimiento de masas pacífico y trabajar, desarrollar empresas pequeñas y medianas en cada seccional para abastecerse de dinero, además de propuestas como la de los grupos que iban a trabajar al norte y realizar colectas intensivas entre muchas otras acciones absolutamente legales. Hasta ahora no se conoce en México la historia de organización alguna que haya desarrollado su propia forma de autofinanciarse dentro de los límites de la legalidad y que haya tenido éxito, sólo los “antorchos”. Apunten los historiadores, por favor.

Como lo revela el hecho que les platico, el antorchismo tuvo gente de elevado compromiso moral y político hace 40 años y los tiene ahora. Pregunto: ¿Cuántos militantes de ese nivel tienen los partidos políticos de “izquierda” del sistema mexicano? ¿Cuántos de esos militantes son capaces de tomar decisiones como las que tomaron Pedro y los otros compañeros que fueron a trabajar fuera de su país, no para ellos, sino para su agrupación, para sustituir a otros que ya habían cumplido su compromiso y que no eran más que una parte de una cadena que muy probablemente exista hasta la actualidad? ¿Cuántos? Es muy probable que ningún partido del sistema en México tenga gente de este nivel de compromiso en nuestros días; ni jóvenes ni viejos.

No obstante, a pesar de que la actividad económica del antorchismo es absolutamente conocida, Santiago Nieto, Titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, ha bloqueado cuentas bancarias de antorchistas que –según él- presentan ingresos que a su juicio son ilegítimos. Ya notificaron los afectados que no son cuentas personales, sino que corresponden a empresas de su organización y aún así, Santiago Nieto afirma que es dinero malhabido.

Que yo sepa nunca ha presentado una prueba que refuerce su dicho, pero el funcionario sigue emperrado en tratar de probar que se trata de dinero sucio. Ya lleva unos meses y no ha probado nada. La pregunta es, ¿por qué Santiago Nieto –y el mismo López Obrador y el propio Barbosa, Gobernador poblano- no creen que los recursos del antorchismo tengan un origen legítimo como les han intentado probar, hasta el cansancio, los representantes de la organización citada?

Existen dos posibilidades: La primera, es que Santiago Nieto, López Obrador y Barbosa sepan perfectamente bien que no hay dinero sucio y simplemente pretenden golpear al antorchismo, aprovechando el poder que tienen, porque esa organización no se alinea ni se ha suma en apoyo a la Cuarta Transformación.

La otra posibilidad es que deveras crean estos señores que se trata de ingresos ilegítimos, considerando que, en la realidad que ellos conocen, es imposible que una organización pueda tener dinero limpio; es decir, que en este país ninguna organización y ningún político tiene ingresos legítimos, además de los que llegan a los partidos a través de las prerrogativas y eso antes de que les metan manos los líderes.

Es decir que, en el mundo político que ellos conocen, en el que han vivido y se han “desarrollado”, si algún partido tiene dinero además de las prerrogativas es dinero sucio pues nadie aporta recursos de su bolsillo para su organización. Además, si un político tiene más dinero o bienes que exceden sus ingresos, seguramente se está robando las prerrogativas o extrae recursos indebidos de alguna dependencia. En su mundo, los políticos que tienen dinero son ladrones, no existe ninguna otra posibilidad. En su mundo si una organización tiene recursos es porque los sustrae de algunos programas oficiales o algún político poderoso los apoya con recursos que roba a la nación. La posibilidad de que deveras crean que ninguna organización puede tener ingresos legítimos aparte de prerrogativas existe, pues el Presidente, Barbosa y Nieto no conocen ninguna realidad distinta a la del político-parásito y vividor.

Esta puede ser la verdadera razón por la que no les cabe en la cabeza que haya alguien en este país que le meta dinero y trabajo a su organización en lugar de extraer dinero para beneficio propio, como le hace todo mundo, en el mundo de ellos. 

Si sólo son ganas de estar fregando, llegará el momento en que no podrán sostener más sus acusaciones y se caerá todo el circo. Si, por el contrario, creen que ninguna organización política puede existir sino extrayendo, robando recursos públicos, entonces se llevarán el chasco de su vida, pues finalmente caerán en la cuenta de que la realidad política del país está cambiando y que están apareciendo nuevos procesos políticos y nuevas herramientas que sustituirán a todo lo viejo e inservible del sistema actual que llevarán a la sociedad mexicana a una vida distinta y mejor. Ante esta realidad, o se componen o –más temprano que tarde- vendrá la escoba de la historia por ellos.

martes, 13 de octubre de 2020

AMLO, implacable con los colonizadores de hace 500 años y gentil y sumiso con los colonialistas de hoy

Zihuatanejo, Gro., 4 de octubre de 2020.- Estará usted enterado, mi estimado lector, que el año pasado, el gobierno de López Obrador tomó 648 millones de pesos (30 millones de dólares) de la lana de ustedes y se la entregó al presidente de El Salvador, según dijo, como parte del programa “sembrando vida” o algo por el estilo, que este gobierno ha puesto en marcha –según aseguran- para sacar de la pobreza a los campesinos mexicanos, aunque hasta ahora no hayamos visto a un solo campesino que haya salido de la miseria.

Yo estoy muy, pero muy lejos de aquellos que condenan la solidaridad entre las naciones. Me parece bien que un país, sin importar si tiene mucho o poco, destine algunos recursos para apoyar a nuestros hermanos en desgracia. Por algo admiro a los médicos cubanos que, estando a peso los fregadazos con la COVID-19, anduvieron exponiendo el pellejo en alrededor de 40 países del mundo con los que se solidarizaron. 40 Países, se dice fácil, pero yo quisiera saber ¿cuántas brigadas de médicos norteamericanos salieron a brindar ayuda a otros países? Que yo sepa ni una.

Desde 2019, López Obrador anunció que este año serían 1944 millones de pesos (90 millones de dólares) los que entregaría a Centroamérica: 30 millones a Guatemala, 30 millones a El Salvador y 30 millones a Honduras. Entiendo que este plan ya está en marcha. Me pregunto: ¿Qué es lo que determina que un presidente de un país como México, con problemas económicos severos, tome la decisión de destinar recursos casi presupuestales a tres países? Seguramente López Obrador sabe que esos países no son parte de México.

Pareciera que el Presidente es de los samaritanos que le quita la camisa a México para ponérsela a nuestros hermanos centroamericanos. Pero no hay tal; el presidente de México simple y llanamente está cumpliendo con las disposiciones establecidas por Donald Trump para pagar el muro que –en este caso- tiene dos componentes: 1) Destinar dinero de la nación mexicana para tratar de frenar las caravanas de miles de familias que huyen de la violencia y el hambre con dirección a los EE UU y (2) destinar miles de soldados de la Guardia nacional para impedir que los centroamericanos pasen la frontera México-Guatemala o, en las peores condiciones, se queden a trabajar en el estado de Chiapas, cuyas condiciones no difieren mucho de las condiciones que privan en el resto de los territorios centroamericanos.

Resalta sobremanera que el Presidente López Obrador se ponga tan “mansito” con la oligarquía gringa, que nos tiene puesto el pie en el cuello; llama la atención que AMLO aplique sin chistar el plan contra la inmigración centroamericana (y mexicana) que tanto repudia el gobierno americano y un sector importante de la sociedad gringa, formada en su mayoría por inmigrantes, mientras anda muy bravucón exigiendo al gobierno español que se disculpe por las atrocidades que hicieron sus antepasados hace 500 años durante la conquista.

¿Qué gana México con que vengan los descendientes de Hernán Cortez y de su soldadesca, además del Papa y la Corona, a pedir disculpas por lo que hicieron sus antepasados durante la conquista y la colonia? ¿Nos van a devolver el oro y la plata que se llevaron? Seguramente no nos van a regresar un peso. Entonces, ¿qué sentido tiene andar planteando que pidan disculpas? Según yo, se trata simple y sencillamente de puro circo del gobierno de México para que no reparemos en el coloniaje real que sufrimos en nuestros días.

¿Qué gana México si el Presidente López Obrador asume una actitud digna ante el gobierno norteamericano y le exige que resuelva sus problemas mientras el gobierno de México se dedica a resolver los problemas propios, que son muchos? Ganaremos, en primer lugar, porque se clarifican las acciones del gobierno de México y la población se entera de cuál es la verdadera razón por la que México destina recursos para Centroamérica. Ganaremos en unidad pues, sin duda, el pueblo mexicano se unirá firmemente a su gobierno y ganaremos si logramos que surja en nuestro país una verdadera conciencia contra el colonialismo. Ganaremos si somos capaces de plantear, con claridad, que esos recursos que de manera obligada canaliza México no resolverá la pobreza en los países centroamericanos, los cuales sólo saldrán adelante si el imperio gringo, que se ha beneficiado ampliamente con los recursos de los pueblos al sur del Río Bravo, destina una cantidad suficiente para impulsar el desarrollo en esas naciones. Con esto sí ganamos.