lunes, 12 de abril de 2010

Tratos vergonzosos

Las Dentelladas
Por El Tiburón

            Como Dios nos puso en este camino no nos queda otra que seguir comentando lo que ocurre en el tenebroso y horripilante mundo de la polaca. Como usted sabe, un sector reducido de aquellos que forman lo que han dado en llamar la “clase política”, sostiene que la política es el arte de gobernar y los políticos vendrían a ser poco menos que artistas. Sin embargo hay quienes señalan que, curiosamente, casi todos los que opinan en este sentido tienen un buen hueso en el gobierno; son diputados, presidentes municipales o funcionarios colocados en altos puestos no por su capacidad en la chamba, sino por acuerdos con sus cuates. Se ha podido constatar que entre más grande es el hueso que disfruta un fulano, más fuertes son los aplausos que le tributa a la polaca y a los polacos (está claro que no me refiero a los naturales de Polonia).
            El sector abrumadoramente mayoritario opina que la polaca es la actividad más gacha a la que puede dedicarse un ser humano; dicen que es el espacio donde se dan las cosas más increíbles, las traiciones más burdas, los acuerdos más nefastos que puedan suscitarse en todo el universo. Se ha podido constatar que casi todos los que apoyan esta tesis en su vida han tenido un mísero hueso o cuando más han llegado a presidente de colonia.
            Como ejemplo de ello, el camarada Atenógenes (miembro de esta mayoría, claro), platícame sobre los sucesos harto bochornosos que se han dado entre el gobernador Zeferino Torreblanca y el diputado “priyista” Héctor Vicario Castrejón, por un lado y los diputados del “pederré”, por el otro.
            La raza sabe que los políticos suelen agarrase del moco en público, pero luego en lo oscurito se pellizcan la nalga se dan un abrazo y ¡Aquí no ha pasado nada, camaradas!
            Aseguran, en este sentido, que recientemente se dio una negociación de esas que avergüenzan hasta a los que la suscriben. Por un lado, Zeferino Torreblanca habría habládole al oído a Héctor Vicario (son puras presunciones) para rogarle que sin mucho alegar, por favor le diera luz verde a la cuenta pública del gobierno del estado. Que, demostrando la sacrosanta amistad que los une, le hiciera manita de puerco a los diputados rebeldes para que, en tres minutos de discursos, se tomara aquel acuerdo de que en el gobierno del estado, todo está a toda madre. Vaya usted a saber cuantas falsedades habrá en el dichoso informe de Zeferino que, para que pase, se requiere de un “favor” del líder de los diputados del RIP.
Desde luego Vicario –como siempre ocurre- ya salió a negar todas las acciones turbias que le atribuyen. Como la ingrata Calandria dijo: “Yo a usted no lo conozco ni preso he sido yo”. Vaya usted a saber por qué pero muy pocos le creen.
            Llama la atención –y hasta como que me hace dudar de la verdad de estas afirmaciones- que el gobernador Zeferino Torreblanca, perredista de hueso color azul, haya elegido para pedirle un “pequeño favor” no a los diputados del “pederré”, sino al principal de los diputados “priyistas” y, de paso, alfil de Rubén Figueroa, un hombre tachado de cacique.
            Quienes han puesto el grito en el cielo han sido precisamente los diputados “pederristas”, los cuales no sólo se han inconformado por que su camarada, el gobernador de Guerrero, prefiere hacer sus tranzas… perdón prefiere hacer sus tratos con los “priyistas” y no con sus correligionarios. Y no sólo eso: Sostienen que, a cambio del favor, el gobernador habría pasado a Héctor Vicario los números que hablan de la podredumbre que priva en el Congreso del estado, donde, a decir de ellos mismos, cualquier dirigente del congreso puede robarse la lana que quiera sin que pase absolutamente nada. Que los datos que le pasó Zeferino son los que hablan sobre el desvío millonario del pasado coordinador de los diputados, Carlos Reyes Torres y de otro similar cometido por difunto diputado Armando Chavarria Barrera, cuya memoria luce bastante maltrecha, primero por todo el lodo que le ha arrojado la procuraduría y segundo por la acusación no comprobada ni tampoco refutada de que se carranceó varios millones de pesos.
            Yo sólo quiero hacer notar que, de ser cierta semejante bellaquería, tendrían que ajustarle cuentas al gobernador, pues eso probaría que él sabe y tiene pruebas de las trapacerías cometidas por algunos diputados mientras los demás le agarran la pata a la vaca.