lunes, 17 de enero de 2011

Los campeones de la gordura

Las Dentelladas
Por El Tiburón
Publicado en El Diario de Zihuatanejo el 27 de enero de 2010.

Hace apenas unos dos días, el presidente de este país multinacional habitado por los descendientes de Meshicas, Tarascos, Olmecas, Tlaxcaltecas, Chichimecas, Zapotecas, Mixes, chamulas, tzeltales, Tzotziles, choles y cincuenta etnias, más o menos, revueltos con descendientes de españoles, gringos, alemanes, chinos (de todo hay en este país) y hasta uno que otro ruso que anda perdido por ahí, dijo que ya nos chingamos otra medalla de oro, pero de esas que no enorgullecen a nadie. Señaló que ya estamos en el primer lugar de adultos obesos en el mundo. Ya en 2008, especialistas del IMSS habían establecido que, desde esas fechas, ya habíamos ocupado el primer lugar en obesidad en niños. Desde entonces ya habían advertido la presencia de niños enfermos por males que antes eran sólo de adultos como la diabetes, la hipertensión, males cardiovasculares y colesterol.


Y llama la atención que, de acuerdo con mi amigo el historiador Nicomedes Villalvazo, natural de Cuautla, Morelos, doctor por la Universidad patito de “La Sorbina o Sobrina” y vecino de varios pueblos de la Costa Grande, ni Cristóbal Colón, en su primera carta sobre el nuevo mundo, ni Hernán Cortez, en sus Cartas de relación; ni Gonzalo Fernández de Oviedo en su “Sumario de la natural historia de las Indias” (1526) y en la “Historia general y natural de las Indias”; ni fray Bartolomé de las Casas en su “Brevísima relación de la destruición de las Indias”; ni fray Toribio de Benavente (Motolinía) en su “Historia de los indios de la Nueva España”; ni Bernal Díaz del Castillo (1495-1584), en su “Historia verdadera de la conquista de la Nueva España”, hablaron jamás de que encontraron aquí, en el nuevo mundo indios panzudos y jamonudos, sino más bien hablaron de la fortaleza, del porte, de la gallardía y del color de los indios de México. Tampoco  dijeron –comenta el doctor Villalvazo- que los hubiesen encontrado enfermos, llenos de granos y sífilis, más bien comentaron que caían como moscas una vez que comenzaron a juntarse con los españoles quienes traían lo peorcito que había en Europa. ¿De dónde pues -me pregunto- resultó que somos los campeones de la gordura? Díceme el doctor Villalvazo que todo se lo debemos primero a los españoles y luego a los gringos y una bola de culecos mexicanos que se han amafiado con ellos para hacer billetes a costa de la salud de usted y sus hijos.
Qué bueno que Calderón sacó a la luz el asunto, pero lo malo es que sus cuates del PAN ni lo pelan. Según denunció el periódico La Jornada en su edición del 27 de enero pasado, legisladores de ese partido, por cierto el partido del presidente, presionaron a la Comisión de Educación de la Comisión Permanente del Congreso para que aprobara un punto de acuerdo para solicitar a Calderón que no publique los lineamientos de venta de comida chatarra en las escuelas hasta que la Secretaría de Salud no realice un estudio integral sobre el efecto de frituras y refrescos en la salud de los niños. ¡Cómo si hiciera falta tal estudio!
Parece que las compañías que producen la comida chatarra están centaveando a los diputados para que siga el desorden dentro de las escuelas, donde se venden, según datos publicados en el mismo artículo, 20 mil millones de pesos al año luego de someter a los niños a 12 mil anuncios por televisión.
De paso la nota informó que ante las presiones de empresas como Sabritas, Televisa, Bimbo y Marinela, el Congreso (o sea sus diputados, mi estimado) ha mandado a la congeladora ¡60 iniciativas! que se han presentado para frenar la venta de comida chatarra y la publicidad insertada en los programas destinados al público infantil. Es hora de tomar decisiones o los “sabritas” y “televisos” o usted y sus hijos. ¿A qué diputado necesita usted pedirle permiso para poner orden en la escuela de sus hijos? Villalvazo dice que a ninguno. Así que ¡a la voz de újule!