lunes, 24 de enero de 2011

Las Dentelladas. Por El Tiburón. El Debate y el Postdebate

El debate y el postdebate
Lo de hoy, camaradas de la hoz y el martillo, es el debate entre los políticos que aspiran a tener en sus manos… ¿la responsabilidad de sacar adelante al estado de Guerrero? No, camaradas, el debate de los que aspiran a tener en sus manos el multimillonario presupuesto de este sufrido estado sureño para darle, junto con sus cuates, el destino que según ellos debe tener y que todos ustedes ya se imaginan cuál es.
Sobre este mismo tema ya opinaron cientos de redactores, columnistas, articulistas y comentaristas; sólo falta el licenciado Toribio Alatriste, abogado nativo del rancho El Chorizo y asesor sin paga de esta columna. Ahí les va lo que sostiene el licenciado en torno a este escabroso y comentado asunto.
Dice mi camarada que, por alguna razón para algunos desconocida, muchos de los que han escrito sobre el tema del debate entre los candidatos a la gubernatura, ya tenían redactadas y hasta firmadas sus columnas, artículos y notas informativas desde un día antes de que ocurriera el famoso debate. Yo, que soy un poco lento, creo que esto se explica por que en el terreno de la política y el periodismo hay muchos pelaos que suelen adivinar el futuro, de tal forma que pueden escribir sus opiniones antes de que acontezcan los sucesos, como ocurre ahora el caso del debate. 
Sin embargo el licenciado Toribio sostiene que la razón por la que la mayoría de los opinantes ya tenían hechas sus colaboraciones es por que de antemano habían definido echarle la mano –de cuates o a cambio de una buena “maiceada”- a uno u otro candidato, así que aunque en el debate le dieran hasta con la cubeta a su preferido, en el artículo lo haría aparecer como el gran y único vencedor. Y si esto llegara a conjugarse con el hecho de que el lector no hubiese escuchado el encuentro de los candidatos, a lo mejor hasta podría convencerlo de que su gallo fue el ganador. Eso afirma el tal Toribio.
Supone mi amigo y asesor que todos los que iban a dar por ganador a Añorve, tenían en sus notas una cabeza más o menos así: “El chaparrito pero cabrón le dio recio al traidor de Aguirre, quien pidió perdón de rodillas”, mientras que los habían decidido de antemano levantarle la mano a Angel Aguirre, seguramente habían cabeceado de esta manera sus notas: “Se asustó el chaparrito pero cabrón en cuanto vio a su jefazo y decidió bajarse los pantalones”. Y, por último los que ya tenían previsto apuntalar la posición del candidato panista estarían preparando algo como esto: “Solito Marcos Parra se rechingó a los dos “Priyistas que quisieron echarle montón”. Y es que, según dice el licenciado Toribio, entre los políticos circula un librito que ponen bajo su almohada todas las noches, en el cual se asienta que nadie, ningún político, debe admitir jamás que le pegaron su chinga en un debate ni en ninguna otra circunstancia, aunque eso lo haya visto todo el mundo. 
Pero bueno, independientemente de cómo la quieran presentar unos y otros, la verdad es sólo una y aquí vamos a tratar de dilucidarla con la ayuda del camarada Toribio. Dice él que lo que escuchamos en el debate es exactamente lo mismo que nos han dicho los candidatos a lo largo de sus campañas, razón por la que bien pudieron habernos ahorrado la pérdida de tiempo.
Vamos por partes. Angel Aguirre siguió apostando a que la gente crea que ya nada tiene que ver con los grupos políticos priístas que, como él afirma, han hecho mucho daño al estado. El problema es que hasta hace poco andaba del brazo de René, Figueroa, Beatriz paredes, Beltrones y Añorve. También le apuesta a que no le carguen los malos resultados obtenidos por el zeferinismo que, quiérase o no, fue llevado al poder por el Partido de la Revolución Democrática que hoy lo postula como su candidato. Le apuesta Angel Aguirre a que la ciudadanía le perdone o por lo menos olvide que él, igual que Figueroa, impuso a su hijo en una diputación federal cuando hay muchos políticos haciendo cola. Le apuesta a que la gente olvide que se ha enriquecido en la función pública igual que sus contrincantes.
Añorve le apuesta a que la gente crea que es un tipo decente; le apuesta a la confusión; espera que la gente se apendeje con tanta propaganda; a que la gente no lo responsabilice por la terrible inseguridad que se vive en Acapulco y le cargue el muerto a la federación (salvando a su aliado, Zeferino Torreblanca); le apuesta a que la gente responsabilice a Félix Salgado por que no hay agua en Acapulco, a pesar de que Félix hace tiempo que se fue y a pesar de que hasta hace poco el alcalde de Acapulco era él y, por si fuera poco él, como candidato, justamente ofreció que resolvería el desabasto de agua. Añorve le apuesta al atraso de la gente, por eso espera que la fuerza de televisa convenza a la raza.
Por su parte, Marcos Parra le apuesta a… ¿a qué le apuesta Marcos Parra? ¡A que ocurra un milagro!
Si nos atenemos estrictamente a lo que ocurrió en el escenario del evento, podemos decir que Aguirre se vio más congruente, con más experiencia, como mejor orador e hizo ver como más débil a Manuel Añorve. Hasta se burló de él. El resto es cosa de que les crea usted lo que dicen. Y como Marcos Parra prácticamente no está en el pleito, podemos decir que Aguirre ganó el debate. Pero eso es para los que algo saben de política y desde hace mucho están perfectamente definidos en su preferencia electoral y sexual. Ahora el problema está en saber quién puede convencer a la raza de que ganó aunque haya perdido y en eso tiene cierta ventaja Añorve pues se ve que cuenta con recursos ilimitados para llegarle a los que no vieron ni escucharon ni verán ni escucharán nunca un debate. O sea Aguirre ganó en el debate, pero Añorve puede ganar el “postdebate”, puede hacer creer a la gente lo contrario de lo que en realidad ocurrió.