jueves, 7 de enero de 2010

De las nóminas infladas a los despidos masivos


Las Dentelladas

Por El Tiburón

            Pregunté de sopetón a mi compadre Pantaleón: Si usted, compadre, fuese candidato de un partido -de los que padecemos en este país, por ejemplo- a la presidencia municipal de su rancho, ¿cómo haría su campaña, qué le propondría a la raza de bronce para ganar adeptos? ¿Qué le ofrecería a los fulanos que se hayan arrimado para armar su equipo de campaña?
            Pantaleón, que es un hombre decente, me respondió que él le ofrecería a su pueblo un gobierno honrado, que se ocupe de resolver los problemas que los aquejan a todos; un gobierno en el que participen los mejores hombres de su pueblo, los más honrados y los más capaces. Afirmó que no aceptaría “inversionistas” ni admitiría que le compraran los principales cargos de su administración. Me aseguró que a los elementos que participaran en su equipo de campaña no los emplearía en la administración a menos de que llenaran el perfil en alguno de los cargos, pero, eso sí, tendrían la seguridad de que se haría un gobierno decente en su comunidad.
            Como podrá usted ver, mi compadre Pantaleón, nunca va a ser presidente de su rancho. ¿Qué partido lo va a querer? ¿Quién lo va a apoyar si los que andan por ahí en condiciones de arrimarse a los candidatos lo que quieren es que los avienten al lodazal para atascarse? ¿Qué presidente de partido de esos que les gusta terminar los procesos electorales con los bolsillos repletos de dinero lo va a postular si no ofrece ningún billete por delante? Efectivamente, ninguno lo va a querer. La política en nuestros días está hecho para otro tipo de personas y mi compadre no es de esos.
            Se habrá usted dado cuenta de que, paradójicamente, mi compadre nunca será presidente a pesar de que, sus ofrecimientos serían precisamente los que la mayoría de los ciudadanos de todos los pueblos anhelan. Dígame usted, camarada, ¿qué ciudadano no iba a estar feliz de tratar con funcionarios preparados, dispuestos a servir, que reconozcan que están ahí para atender al ciudadano, no para sangrarlos y que no se encuentran por encima de ellos?
            La verdad es que en estos tiempos algunos candidatos que miran la polaca como un negocio atraen a sus colaboradores ofreciendo chambas en la administración que pretenden controlar. No importa si son ignorantes y no pueden desempeñar el cargo, sólo importa que se arrimen, que apoyen en el proceso. Importa si tienen dinero y pueden aportarlo para financiar la campaña como se hacen las campañas hoy: Repartiendo dádivas y dinero.
            Claro, una vez que el candidato gana, tiene que entregar los cargos a quienes trabajaron en las campañas y a quienes pusieron la lana que se utilizó. Y ellos entran -lo mismo que el “presiso”- a recuperar lo que la campaña se llevó más las ganancias del negocio.
            Lo que podemos esperar de un gobierno armado de esta manera es que los funcionarios, una vez que asumen sus cargos, comiencen a aprender cómo se hacen las cosas y si su cerebro funciona más o menos de manera normal, en algunos meses habrán aprendido a hacer su chamba y serán unos expertos en los negocios que se pueden hacer en esos puestos.            
            Otra consecuencia es que las nóminas se inflan por que los nuevos alcaldes tampoco pueden llegar corriendo a todo mundo, así que hay que estar jalando la cobija para que alcance para todos. Las oficinas aparecen atestadas de asistentes, secretarias, secretarios, ayudantes, choferes, ibm’s y demás fulanos que no hacen nada productivo. Faltan dineros para obras por que el gasto corriente consume la mayor parte del presupuesto. Claro, al rato ya no “jallan” los alcaldes la manera de salir del embrollo. A una parte de los que recibieron ofrecimientos de chambas les quedan mal por que no hay gobierno que tenga cargos para todos y a los que emplearon no encuentran la manera de correrlos sobre todo cuando la mayoría de ellos no tiene nada qué hacer.
            Ya una vez con el agua hasta el cuello, los presidentes no localizan otra salida que los despidos masivos y cínicamente confiesan que con la chamba que les dieron por un tiempo ya saldaron su compromiso político. Y con eso se lavan las manos mientras la raza sigue esperando un gobierno decente.
            Aclaro que no estoy hablando de Petatlán, es sólo un ejercicio teórico.