jueves, 7 de enero de 2010

El empuje del capital en las playas de Zihuatanejo

Las Dentelladas
Por El Tiburón
            Hace ya algunos meses, algunas voces de playa La Ropa se levantaron para exigir que ya no fueran instalados los toldos de la Promotora de Playas en ese lugar, como se venía haciendo hasta ese tiempo. La Promotora no pudo con la presión de los inconformes y retiró su mobiliario. Hasta ahora no se ha logrado que regrese esa dependencia con sus toldos, sillas y mesas a las doradas arenas de La Ropa.
            De esa fecha para acá, cada vez que llegan muchos vacacionistas, surgen las quejas de los visitantes que alguna vez vinieron y rentaron un toldo para cubrirse del sol en esa playa, por que, ahora, si quieren estar ahí, deben usar los muebles de los restaurantes, cuyos dueños imponen consumo mínimo a los turistas o de plano les quieren cobrar una cuota por la renta de las sombrillas y mesas.
            La Promotora de Playas es un organismo del gobierno de Guerrero, que renta mobiliario en las playas de varios destinos del estado. Hasta donde se sabe, actualmente en Zihuatanejo la Promotora renta sus equipos de manera regular en Playa Larga y Playa Linda.
            Muchos se preguntas ¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué han tomado la determinación de prohibir la instalación de toldos en La Ropa?
            Según el camarada Crescenciano, el asunto de los toldos de La Ropa es parte de un proceso que se ha venido presentando en Ixtapa-Zihuatanejo desde hace algún tiempo y que consiste en hacer de  esta playa un lugar donde no tengan cabida aquellos turistas que gustan de traer sus bebidas y su comida para no pagar los altos precios en los restaurantes; los jodidos, pues. Al parecer la idea es que todos aquellos visitantes que llegan en las excursiones a bordo de autobuses busquen otro sitio para disfrutar del mar y dejen éste para los que pueden pagar los precios de los restaurantes que ahí se encuentran ubicados.
            Dice que hace algunos años existía en La Ropa un estacionamiento expresamente habilitado con unos baños para atender a ese tipo de turismo. Se encontraba donde se ubica hoy el acceso al hotel The Tides. Dice Crescenciano que ahí estaba el estacionamiento y ahí estaban los baños, sin embargo un buen día un presidente municipal (cuyo nombre no recuerdo) le regaló (por el precio que le puso) al Hotel Villas del Sol (hoy The Tides) esa área y una calle que andaba por ahí perdida y mandaron al turismo “social” más hacia el fondo. Luego le pusieron un arco con la intención de que no pudieran pasar los autobuses y finalmente optaron por desterrar los toldos que usaba ese tipo de visitante. Esta ultima medida resultó bastante efectiva pues ahora la gran mayoría de los autobuses se van para Playa Linda, donde se han constituido en un mercado atractivo para los comerciantes y restauranteros de ese sitio.
            Quienes deciden en Ixtapa-Zihuatanejo han considerado que playa La Ropa debe estar reservada para un turismo de mayores ingresos y para que hagan negocios los restauranteros del lugar, no los changarros que surgieron en torno al “mercadito de artesanías” para abastecer de refrescos, cervezas y comida barata a ese turismo de menor poder adquisitivo.
            Dice Crescenciano que este proceso de “depuración” es pariente de aquel que permitió que el Hotel Las Brisas se agandallara la playa Vistahermosa que no ha desaparecido, pero simple y sencillamente dicho hotel la privatizó, no eja pasar más que a sus huéspedes y hasta ahora no se sabe de alguna autoridad municipal, estatal o federal que haya abierto su pico para protestar. Dice que es lo mismo que pasó con la playa Don Rodrigo y Playas Cuatas, que todavía aparecen en los mapas pero a la que tienen acceso sólo los suertudos que son clientes de los desarrollos que taparon el paso sin que ninguna autoridad municipal, estatal o federal haya dicho ni pio.
            Dice Crescenciano que se siente feo, pero que no se alarme usted por que lo que estamos viendo es simplemente el empuje, la voracidad del capital que manda al carajo todo lo que le estorba, hasta la ley. Eso dice Crescenciano.