miércoles, 16 de diciembre de 2009

¿De veras habrá muerto el Apá?


Las Dentelladas
Por El Tiburón

            Desde el año 2008, las instituciones que se dedican a estudiar el fenómeno del secuestro en el mundo han colocado a México como el país donde las personas corren mayor riesgo de ser secuestradas. Ubican a nuestro país por encima de Irak, de Afganistán y de Colombia y Brasil que, hasta hace poco, andaban peleando la medalla de oro que ahora ya les arrebatamos sin discusión.           
            Casi todos coinciden en que la causa fundamental de que el delito del secuestro no pare es la impunidad con que actúan las bandas dedicadas a esta actividad en la que, casi siempre, o más bien siempre, hay policías involucrados.  Por ello, el desprestigio de las corporaciones policiacas es enorme.
            Recordarán que el año pasado, ahí por el mes de junio fue secuestrado el hijo de un importante empresario del comercio de artículos deportivos y gimnasios de lujo, Alejandro Martí.
            Se trataba de un muchacho de 14 años que un poco más de un mes después, fue hallado muerto a pesar de que –se afirma- sus parientes habían pagado 5 millones de pesos por su rescate.
            El asunto conmocionó al país. Los medios de prensa, impactados sin duda por que se trataba del hijo de un hombre rico, dieron amplia cobertura al asunto y eso aumentó la presión sobre el gobierno. Tal vez por eso, de volada comenzaron a aparecer culpables.
            Poco tiempo después, la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal presentó a una banda de presuntos delincuentes como los responsables del secuestro del hijo de Alejandro Martí. ¿Qué si había policías entre ellos? Sí había policías.
            Dijeron que el líder de la banda de la flor (así la bautizaron) era un tal Humberto Ortiz Juárez, alias “El Apá”, quien acaba de estirar la pata estando en el tambo. Hasta aquí todo estaba bien, pero hace poco la PGR presentó a otros secuestradores como los responsables  de la muerte de Fernando Martí. Estos eran parte de la banda de los “Petriciolet”, según dijo la PGR, la cual luego presentó al jefe de la banda, un tal Abel Silva Petriciolet.
            A pesar de que algunos le buscaron la manera de cuadrar este crimen con dos culpables diferentes. Decían que unos lo secuestraron y otros lo mataron, que no se conocían entre sí, en fin. Lo cierto es que la tesis de la PGR echó al suelo las investigaciones de la Procuraduría del Distrito Federal. Y no sólo eso, ahora que “El Apá se petateó, su abogado ha dicho de plano que la banda de la flor fue un invento de la Procu del D.F. y ya hay hasta demandas contra el procurador por falsificar pruebas. Ahora ya no se sabe si El Apá era un canijo secuestrador o una víctima de la procuraduría del D.F.
            Es tal la desconfianza de la sociedad mexicana, golpeada por este flagelo, que no hay a quien creerle. Ya no se sabe quien tiene la razón o si alguna de las dos instituciones está diciendo la verdad. No se sabe si El Apá era o no un secuestrador, si existió la banda, si el famoso falso retén lo aplicó “La Lore” y sus “florentinos” o si lo hicieron los que dicen que se llaman los petriciolet.
            A estas alturas no se sabe siquiera si de veras “El Apá” se fue para el otro barrio, por que así como se ve que se las gastan, a lo mejor por ahí anda paseando ya fuera del tambo el famoso Apá.